IMPLICACIONES DE LOS DISEÑOS POR COMPETENCIAS
Esta visión posee indudables implicaciones, tanto organizativas como
docentes.
En primer lugar, a nivel organizativo, el documento “Propuesta para la
renovación de las metodologías universitarias” (Consejo de Coordinación
Universitaria, 2006), ya señala que para conseguir dicha renovación han de
darse una serie de medidas institucionales de impulso (información, motivación,
Profesorado. Revista de currículum y formación del profesorado, 12, 3 (2008) 7
sensibilización), formación y ejecución (proyectos piloto, guías, redes,…). Estas
medidas que superan la voluntad o campo de acción del profesorado son
imprescindibles para que una docencia diferente pueda darse. Entre las
iniciativas más valoradas tanto por equipos rectorales como por equipos
decanales o departamentales, se hallan la elaboración de un plan estratégico; la
identificación, visualización y difusión de buenas prácticas; la consolidación de
programas de formación y la definición y dinamización de un modelo educativo
propio. Así pues, se requieren cambios en las políticas y estructuras de las
instituciones universitarias.
En segundo lugar, a nivel docente, en tanto que la atención se focaliza
en el aprendizaje más que en la enseñanza y en el rol activo por parte del
alumno para construir su conocimiento, esto nos obliga a un cambio cultural que
pasa por…
• Revisar el modo en que entendemos nuestra función docente.
• Pasar de transmisores de contenidos a facilitadores de oportunidades de
crecimiento.
• Pensar tanto en el “qué” queremos que aprendan los alumnos como en
el “cómo” creemos que pueden aprenderlo (y, por supuesto, en el “para
qué”).
• Reducir sesiones presenciales dedicadas al conocimiento conceptual
sobre el que tradicionalmente pivotaban muchas asignaturas para
buscar vías de apropiación del mismo a partir de trabajo autónomo
(permitiendo así que las sesiones presenciales se dediquen al
aprendizaje cooperativo, al debate, a la construcción de conocimiento).
Nada de esto es nuevo: ya veníamos trabajando en esta línea, por lo
que hemos de partir de rescatar aquello que ya hacíamos y que nos sirve y darle
una dimensión colectiva, buscando con los compañeros sinergias que lleven a
diseños curriculares más coherentes y sostenibles, tanto para nosotros como en
términos de carga de trabajo que suponen para el alumnado. Quizá lo
verdaderamente nuevo sea un cambio de mirada: pasar de los planes de estudio
construidos a partir del sumatorio de fragmentos yuxtapuestos (que llevaban a
que el alumno, al finalizar sus estudios, hubiera atesorado una cantidad de
conocimientos, a veces inconexos y a veces poco significativos) a los diseños
curriculares que parten del perfil de graduado que deseamos. Este perfil (que no
debe de ser sólo profesional) es el que nos compromete a todos y cada uno de
nosotros como profesores y se trata de desagregar las competencias que
caracterizan ese perfil, de modo que pensemos conjuntamente cómo podemos
contribuir desde cada materia (y, finalmente, si procede, desde cada asignatura)
a que el alumnado desarrolle dichas competencias. Por lo tanto, desde el
conocimiento de cada asignatura (en la base de la competencia se halla el
conocimiento!) se trata de ofrecer experiencias de aprendizaje que permitan
progresar en el desarrollo de las competencias seleccionadas. Para ello…
• Hay que ser cuidadoso en el diseño de dichas competencias (se puede
partir del libro blanco elaborado para el grado, pero también se hacen
necesarios otros documentos como las competencias transversales por
8 http://www.ugr.es/local/recfpro/rev123COL1.pdf
las que cada universidad haya apostado o estudios y análisis que se
hayan realizado para ese contexto y que ayuden a perfilar el egresado
que se desea formar). A partir de estos documentos sería interesante
seleccionar pocas competencias, tanto específicas como transversales,
pero muy relevantes.
• Hay que ser conscientes de que no todas las asignaturas trabajarán
todas las competencias, por lo tanto, que cada materia o, si procede,
asignatura se comprometa a ofrecer oportunidades de desarrollo
únicamente de aquellas que, por la lógica de su disciplina, por la
metodología que utiliza, por su situación en el plan de estudios,… puede
realmente trabajar.
• Hay que asegurar que cada competencia es promovida desde diferentes
cursos y campos de conocimiento, diseñando una suerte de escala en la
progresión de dicha competencia, estableciendo niveles de
competencias. Para ello puedo utilizar rúbricas o matrices de valoración
y pensar qué nivel de la escala de la rúbrica sería deseable que los
alumnos alcanzasen en un curso inicial y qué otro nivel, más elevado,
deberían mostrar al finalizar sus estudios.
• A la vez, si la titulación posee itinerarios o “especialidades”, hay que
velar por asegurar que las competencias más definitorias de ese
itinerario sean especialmente trabajadas desde las asignaturas que lo
conforman.
- La Evaluación por Competencias en la Educación Superior. Profesorado. Revista de currículum y formación del profesorado, 12, 3 (2008). Pag 6
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